LAS CONTRADICCIONES DEL NEOLIBERALISMO EN EL PROCESO DE CONSTRUCCION DE LA CULTURA POLITICA: EL CASO BRASILEÑO

Marcello Baquero

En los años ochenta y noventa la experiencia con gobiernos orientados por el neoliberalismo en América Latina, ha producido evidencia cumulativa que posibilita que se haga un balance sobre sus éxitos y fracasos. Desde luego, es importante enfatizar que no hay unanimidad sobre el modelo neoliberal y esto es natural, en la medida que han surgido varias contradicciones conceptuales. En este sentido de acuerdo com Paus (1994, p. 31), "one of the issues in the debate about the efficacy of the neoliberal strategy is the nature of the empirical evidence. Critics of the strategy emphasize that there is no historical precedent for free-market-based development of a late industrializing country. Supporters, on the other hand, highlight short-term economic achievements of countries following the neoliberal strategy. So far, however, these successes are much too selective and recent to provide sufficient evidence for the ability of the neoliberal strategy to generate sustained growth and development".

Al mismo tiempo, parece estar surgiendo un aparente nuevo patrón de comportamiento político electoral. No es novedad, por ejemplo, que gobiernos que se eligieron con un discurso nacionalista, inclusive con una postura antagónica a propuestas neoliberales, una vez en el poder hayan pautado sus acciones basados en el diagnóstico e implementación de políticas públicas en una dimensión neoliberal.

Ilustrativo de estos casos son: Fujimori en el Perú; Menem en Argentina; Collor y en en menor escala Fernando H. Cardoso en Brasil, entre otros. Las experiencias de eses gobiernos criaron un vacío teórico en la bibliografía, puesto que los análisis tradicionales del voto económico (Jackman, 1995), perdieron su valor explicativo en esos países. Las tentativas alternativas de explicación teórica de esos casos pueden ser encontradas en los estudios de Stokes (1996) sobre el voto antídoto en el Perú; Pzworsky (1996) y el voto intertemporal en Polonia, pero que puede ser aplicado a los otros países latinoamericanos. Básicamente, las propuestas de explicación
alternativa postulan que, en la medida que los ciudadanos buscan un mejor futuro basado en la estabilidad económica, es posible que en determinadas circunstancias, aunque no apoyen las políticas públicas implementadas por el gobierno, apoyen al gobernante.

La idea subyacente de los argumentos de los autores mencionados arriba es de que actualmente, en América Latina se constata un proceso de modificación substancial de las posturas políticas de los ciudadanos, los cuales para evitar el retorno del grande enemigo del pasado -la inflación- estarían comprendiendo que son necesarios sacrificios a corto plazo. Estaría, de esta forma, surgiendo un ciudadano más maduro y talvez hasta sofisticado. Una de las características básicas de este nuevo comportamiento político estaría materializado en el apoyo a la reeleccíon de candidatos cuyas políticas económicas no gozan del apoyo consensual de los ciudadanos. O sea, la opción por la continuidad administrativa, via reelección, sugeriría que los ciudadanos comprendan la naturaleza perversa de las medidas neoliberales, pero aceptan los sacrificios en la esperanza de que el futuro será mejor.

De acuerdo con una investigación llevada a cabo por el ODI (1994), los gobiernos neoliberales contaron con el apoyo de la población inicialmente por cuatro razones:

(1) Los nuevos gobiernos transmitían una imagen de compromiso con la nueva agenda política, generando legitimidad y confianza en la población;

(2) Esta legitimidad es el resultado de la situación económica caótica en el pasado y el legado de gobiernos autoritarios;

(3) El surgimiento de nuevos grupos de presión y movimientos sociales que demandaban reformas en la economía; y

(4) Un gobierno electo a través del voto popular tendría la legitimidad para llevar a cabo cambios institucionales y económicos por medio de la negociación y pactos políticos.

Apesar de estos factores, existe, actualmente, un consenso de que la permanencia de graves problemas económicos y sociales ha llevado a una situación donde se pretende salvar el capitalismo sacrificando a la democracia.

El punto de partida de este trabajo es el de cuestionar, en primer lugar, la supuesta maduración política de los ciudadanos en sistemas políticos con gobiernos neoliberales. En segundo lugar, la relación que se establece entre apoyo a políticas públicas vis-a-vis apoyo a gobernantes debe ser relativizada e contextualizada, llevando en cuenta otros factores que entran en juego, particularmente en relación a la questión de la reelección.

De esta forma, el objetivo del presente trabajo es discutir, en el caso brasileño, las implicaciones derivadas del modelo neoliberal en el campo de la construcción de la ciudadanía. Específicamente, se busca caracterizar el tipo de ciudadano que está surgiendo como resultado de una nueva modalidad de gobernar, donde el mercado es el centro de las relaciones sociales.

No hay duda de que se ha instalado un distanciamiento entre las recetas dadas por los países llamados más desarrollados o del primer mundo y sus acciones concretas y que son seguidas por los países menos dessarrollados. Esto dice respecto y específicamente, a la noción de Estado mínimo y la necesidad de reformular los gastos gubernamentales en áreas consideradas prioritarias. La imagen que fue construida es de que, en la medida que el estado es visto como un problema y no como una solución en la economía de mercado debe, por tanto, restringir sus actividades aquellas esferas consideradas esenciales. Este tipo de Estado, de acuerdo con los
neoliberales, sería ideal para impulsar el crecimiento económico y, en última instancia la igualdad social. Los países que son tomados como modelo dignos de emular son algunos países europeos y, principalmente los Estados Unidos. Sin embargo, la ealidad, muestra un hiato abismal entre lo que es dicho y lo que es hecho. Por ejemplo, datos del Anuario Estadístico Financiero de los Gobiernos, publicado por el Fondo Monetario Internacional muestran claramente que en países como los Estados Unidos y Francia, contrariamente a lo que viene siendo difundido por la retórica antigobierno en los países en desarrollo, continúan interfiriendo de manera significativa en sus economías y a producir políticas de bienestar, contrariando la idea de un estado minimalista. Son tres las condiciones que deben ocurrir simultáneamente para que un estado sea considerado minimalista: (1) ampliación de los gastos con funciones mínimas (defensa e seguridad nacional), (2) reducción de los gastos en las funciones económicas (habitación, minería, industria, construcción, agricultura y
transporte), y (3) disminución de los gastos sociales (salud, educación, seguro social y asistencia social).

En una investigación realizada en 1995 (Rezende, 1996), de una perspectiva comparativa, muestra que en los países más desarrollados los gastos en funciones consideradas sociales son superiores a los gastos destinados a funciones consideradas mínimas. De esta forma, el nivel de envolvimiento del gobierno en funciones económicas no ha declinado significativamente, como la retórica neoliberal quiere hacer creer.

Los datos conocidos sobre esta temática muestran que los países que están convergiendo más fuertemente para un proceso de minimalización son: Brasil, México e Inglaterra. En el caso brasileño, la disminución de gastos en el área social ha conducido a un aumento de las desigualdades sociales, principalmente en épocas de explosión de demanda.

Lo que debe ser enfatizado a partir de esa afirmación es que el argumento de estado mínimo, utilizado para justificar reformas estructurales en los países en desarrollo, puede estar encaminando el proceso de reformas de manera totalmente equivocada, y que tiene como consecuencia el incremento de las desigualdades sociales.

Por otro lado, en los últimos años se ha verificado el aumento de la pobreza en América Latina durante la vigencia de gobiernos neoliberales. De acuerdo con datos de la CEPAL en 1995, el 35% de la población de ésta región estaban bajo la línea de pobreza y el 19% bajo la línea de miseria. De tal forma que exísten actualmente 165,6 millones de latinoamericanos pobres o miserables con una renta diaria de aproximadamente 1 dolar per capita. De esta forma, al contrario de lo que es divulgado por el credo neoliberal los níveles de crecimiento económico (cuando existen) no están incidiendo en la reducción de la pobreza o de la miseria. En el caso brasileño, los índices de crecimiento de 2,6 en 1996, para dar un ejemplo, es muy reducido para resolver el déficit social del país. Aunque se esta proyectando un crecimiento de 6.0% en 1998, difícilmente superará los problemas ya crónicos. Lo que en verdad se constata es lo que Eduardo Conesa (1992), ha denominado la Teoría de la Convergencia de acuerdo con la cual un segmento de la población en cualquier lugar del mundo puede tener los mismos patrones de consumo y, en algunos casos, inclusive superior al de los países más desarrollados. Esta situación sin embargo no puede ser el criterio para evaluar la realidad social de un país. Los indicios de concentración de renta en América latina son simplemente impresionantes.

Por ejemplo de acuerdo con la Revista FORBES, existían 5 billionarios en América Latina en 1985, mientras que en 1995 ese número subió para 45, mostrando la fase perversa de la concentración de renta. En el Brasil 1.0% de las familias más ricas disponen de 17.0% de la renta, lo que equivale a cerca de 68 billones de dólares. A su vez , el 50.0% de los más pobres, lo que equivale a 75 millones de personas, sobreviven con 12.0% (Dowbor, 1994,pp.102-103).

Para tratar de sanar esta situación el neoliberalismo propone el proceso de privatizaciones como una de las principales soluciones. Este proceso es justificado en nombre de la supuesta insatisfacción amplia de la población con el desempeño de las empresas gubernamentales y consecuentemente por la necesidad de reducir gastos y eliminar la corrupción. Ya existen varios estudios que han analizado los pros y contras de la privatización. Lo que es importante destacar es que se ha verificado una gran distancia entre la teoría y la práctica de las privatizaciones. Ese es el caso de ENTEL en Argentina e AEROLINEAS ARGENTINAS, donde las privatizaciones no han resultado servicios más baratos o mejores. En el caso brasileño el proceso de privatizaciones está avanzando, siendo que en abril de 1997 fue privatizada la mayor productora minera del país por un poco más de 3 billones de dólares. Parte de las empresas telefónicas en los diferentes estados han pasado para la iniciativa privada, bien como el mantenimiento de carreteras. Desde ya, es posible detectar el aumento de los precios, sin garantizar mejores servicios y dejando fuera de esos servicios una parcela significativa de la población.

Por otro lado, es importante destacar que solamente para socorrer los bancos endeudados, a través de un Programa de Estímulo a la Reestructuración de los Bancos (PROER), ya fueron destinados más de 20 billones de dólares, cantidad muy superior a los recursos recaudados con las privatizaciones.

El argumento utilizado es de que ésto era necesario para evitar el efecto tequila que ocurrió en México. De esta manera, es muy remota la posibilidad de que el déficit social venga a ser atenuado con los recursos financieros obtenidos por ese camino. Por otro lado, se observa que los monopólios estatales están siendo substituidos por monopolios privados.

La cuestión que naturalmente surge en este escenario es: que papel han tenido estos procesos encontrados, en las últimas dos o tres décadas, en términos de la construcción de una ciudadanía plena y una cultura política democrática? La tendenia general es clara: esta en camino una modificación de las relaciones sociales y que inciden directamente en el comportamiento político de los ciudadanos, en virtud de las consecuencias del modelo neoliberal. En el caso brasileño, desde la elección de Collor de Mello se verifica la institucionalización de una relación directa entre el Estado y el ciudadano. Para comprender este proceso es importante destacar que Brasil nunca tuvo partidos políticos fuertes, tiene una tradición política autoritaria y los varios golpes de estado a lo largo de su historia no permitieron la solidificación de los partidos y, finalmente, una cultura política claramente antipartidaria.

Del punto de vista de la teoria de la modernización, las relaciones sociales que se observan en un estado incipiente de modernización tienen como punto de referencia la familia. Sobre el núcleo familiar se construían las identidades sociales. La dimensión política para los ciudadanos se materializaba en la figura del coronel (caudillo) en un sentido clientelístico y personalista. En esta primera fase de modernización, las relaciones sociales son denominadas primarias porque la familia es el eje sobre la cual se constituyen las identidades colectivas.

En la segunda fase evolutiva de las relaciones sociales, con el advento de la urbanización y el dislocamiento rural urbano que se procesa, surgen en escena las llamadas relaciones secundarias. En esta fase la familia es substituida como punto de referencia para las identidades colectivas por organizaciones más complejas. Específicamente, en esta fase son los partidos políticos los que asumen una centralidad de catalización de identidades colectivas. Es la fase de consolidación de la democracia representativa donde los partidos son los mediadores de las demandas de la sociedad civil. Se supone que la solidificación de lasrelaciones secundarias fortalecerá el sistema democrático. Este supuesto, sin embargo no se ha materializado como era previsto. Al igual que otros países de América Latina, en Brasil han surgido y fortalecido las llamadas relaciones terciarias. En este tipo de relaciones se establece una relación directa entre el Estado y el individuo en detrimento de los partidos políticos. Ahí del porque es comprensible la elección de Collor de Mello por un partido político insignificante y la grande penetración que consiguió junto al electorado más pobre, a través de un discurso contra la clase política al estilo Indiana Jones. Su discurso se centraba en los esfuerzos que él haría para acabar con los "marajas" categoría abstrata que significaba todo lo que era negativo para los electores en la política.

Este tipo de relaciones sociales se enraiza todavía más con el gobierno de Fernando H. Cardoso, quién sigue el credo neoliberal y cuya estrategia en el campo político se orienta en el sentido de debilitar el sistema de representación política, principalmente de los sindicatos y de los partidos políticos. La consecuencia de su política en Brasil está generando efectos perversos en los sectores tradicionalmente frágiles y desamparados. De acuerdo con Mendonca (1994), los problemas asociados a las políticas neoliberales comienzan a partir del momento en que el "neoliberalismo",
contrariamente a su propia idea de "Imperio de la Ley", adopta una política activa de reducción de la "sociedad civil" a un agregado de indivíduos atomizados, cuyo poder de bargaña quedaría reducido al límite estricto de sus posesiones individuales. En este sentido, para el éxito de las reformas económicas, es estratégicamente esencial el debilitamiento de las entidades de representación de los ciudadanos, particularmente sindicatos y grupos de oposición a las políticas neoliberales. El caso más notable es el que se refiere a la huelga de los petroleros en mayo de 1995, cuando se cristalizó la estrategia del gobierno F.H. Cardoso de no negociar y de quebrar el movimiento al mejor estilo de Thacher, inclusive a través de la utilización de las Fuerzas Armadas. La intransigencia del gobierno brasileño sigue la línea de debilitar las organizaciones políticas para promover las privatizaciones (Bianqui, 1997).

A su vez, los partidos políticos que históricamente son frágiles se tornan más deficientes como instituiciones constitutivas de identidades colectivas en economías de mercado. El instrumento utilizado para fragilizar éstas organizaciones, bien como el Congreso, ha sido la negociación directa con los parlamentarios en detrimento de los partidos, bien como el uso excesivo de medidas provisorias (MPs), que proporcionan un control casi total del ejecutivo sobre el legislativo originando una especie de presidencialsimo monárquico que amenaza el Estado de Derecho. Un levantamiento realizado junto al Senado Federal de 1988 a 1997 muestra claramente este aspecto.

Es importante destacar que desde la fecha de la promulgación de la Constitución (5 de octubre de 1988), hasta el final del mes de mayo de 1997, el gobierno brasileño envió 2398 MPs (entre ediciones e reediciones para ser evaluadas por el Congreso). Está claro que con este instrumento el Presidente de la república prácticamente substituye a los representantes elegidos, teniendo como consecuencia el enflaquecimiento del Congreso ante la opinión pública.

En estas circunstancias, no es sorprendente comprender la dinámica utilizada para dar continuidad al gobierno neoliberal, a pesar de que las políticas implementadas por ellos no gocen de apoyo popular. Por ejemplo, decir que la aprobación de la enmienda de la reelección en el Brasil sea el resultado de la voluntad popular es distorcionar el proceso de como ocurrió la negociación. En primer lugar, hubo una clara violación a la Constituición que históricamente no permitía un segundo mandato
consecutivo. En segundo lugar, la legitimidad de esa aprobación quedó manchada cuando fue divulgado que algunos diputados habían vendido su voto para votar a favor de la reelección (Folha de São Paulo, mayo e junio de 1996) y, finalmente, es importante destacar que los actuales gobernantes en Brasil, cuando eran diputados o senadores votaron contra el dispositivo constitucional que permitiría la reelección.

La idea de continuidad vía reelección en Brasil, semejante a otras experiencias en América Latina, ha sido construida en la base de la dicotomía y estabilidad económica vis-à-vis caos. Ya existen varios estudios que han tratado sobre la cuestión de como la estrategia para mantener el poder ha sido materializada (Echegaray, 1989; Stoke, 1995).

Es importante resaltar en este trabajo que la relación entre estabilidad económica, estabilidad social y democrática no están causalmente relacionados. La mayor parte de los países donde se alcanzó la estabilidad económica, están lejos de ostentar una estabilidad político-social, esta última entendida como la creencia de los ciudadanos en la democracia y sus instituiciones.

Las encuestas de opinion pública realizadas en varios países de la América Latina (Folha de São Paulo, Abril, 1997), son unánimes en mostrar que existe un declinio significativo de confianza de los ciudadanos con el actual sistema politico. Las protestas contra el desempleo, a favor de la educación y seguridad del trabajo así como la salud se han tornado rutinarias en esta región.

Una de las consecuencias más marcadas de el neoliberalismo ha sido el surgimiento de lo que llamamos los estados paralelos. Esta categoría es conceptuada en relación a organizaciones que funcionan al margen de la ley y que cuentan con el apoyo significativo de las poblaciones más necesitadas. Estas organizaciones pueden estar relacionadas específicamente al narcotráfico y están propiciando el aumento de la criminalidad y la marginalidad llevando grupos que eran tradicionalmente marginalizados de los beneficios sociales a legitimar acciones deletéreas en nombre de una nueva ciudadanía. Investigaciones realizadas en Río de Janeiro muestran que los adolescentes envueltos en crímenes, resultado del robo de un par de tenis, respondieron que este era un derecho que ellos tenían como ciudadanos. Los datos sobre la injusticia social son simplemente impresionantes. de acuerdo con Dowbor (1995,pp.103) "no Rio são diariamente assassinadas 21 pessoas, 15 em São Paulo" e complementa "em 1993 os vigilantes, guardas e policiais militares ultrapassam 160 mil só no Estado de São Paulo, custando-nos, para atividades improdutivas, mais de um bilhão de dolares, parar não falar de outras implicações" .

En este contexto está claro que la premisa del neoliberalismo es el principio de la exclusión. Los defensores de esta doctrina consideran inevitable la desigualdad social. Ilustrativo de esta situación es la declaración dada por un presidente latinoamericano cuando dice que "solamente 30% de la población podía contar con la protección del Estado los otros 70% debían contar con la protección de Dios"

Las implicaciones de esta situación de deterioro económico y social conlleva a una situación de ingobernabilidad. Las personas no creen en la autoridad constituida. En relación a Brasil, el sociólogo Cristovao Buarque (1992) observa que, cuando las personas se sienten amenazadas, aumentan la altura de los cerramientos, en vez de presionar al Estado por mejores condiciones de seguridad pública. En el área de educación pública, cuando personas con recursos materiales están insatisfechas con la cualidad de la enseñanza no luchan por mejores escuelas, sino que transfieren sus hijos para escuelas particulares.

Todos estos elementos sugieren que lejos de estar construida una cultura política participativa y democrática en Brasil, se está solidificando una cultura política fragmentada e individualista con reducido capital social. Capital social es aquí definido como el desarrollo de redes de solidaridad y de identidades colectivas. Lo que se observa es el aumento de la desconfianza entre las personas y las instituciones políticas. Investigación llevada a cabo con grupos de referencia en Rio Grande del Sur mostraron que 70.0% de los entrevistados (N=30 en 1996 y N=70 en 1997), no
confian en nadie, inclusive miembros de la propia familia. (Baquero, 1997).

Por causa de ese tipo de cultura política, se constata el surgimiento de un ciudadano altamente individualista y pragmático cuyo comportamiento político se guía por principios de imediatismo y canibalismo político.

De esta manera está claro que el crecimiento económico experimentado por Brasil en los ultimos años no ha revertido inmediatamente en el benefício de la población. Por el contrario, se observa un creciente proceso de empobrecimiento y la expansión de la miseria, apesar de los avances tecnológicos . Esto no es novedad, porque inclusive en el caso chileno, los índices elevados del desempleo claramente muestran quién pago los costos de los reajustes de la restructuración neoliberal (Paus, 1994, p. 40). Los sectores más afectados han sido la agricultura, las pequeñas y medias empresas y la clase media asalariada, de manera general.

Las estadísticas oficiales, en este sentido muestran solamente parte de la realidad de los países de ésta región, escondiendo la dura realidad de la mayoría de la población, que continúa siendo excluída y marginalizada de los avances tecnológicos y del crecimiento económico. Esa situación es agravada por el bajísimo nivel de escolaridad de la población en los países menos desarrollados, lo que les impide participar del proceso de convergencia. Al contrario del discurso de los neoliberales, la prioridad,
en Brasil, por lo menos a corto plazo, no parece ser el de invertir en la educación. Los níveles de alfabetismo no han evolucionado de acuerdo con los índices de crecimiento económico. De esta forma, uno de los factores clave para entrar en el grupo de los más ricos está ausente: investimientos en salúd y educación que permitan cualificar la población para la producción y la competitividad. Los datos para 1988 publicados por la UNESCO (1992), muestran que de un total de 1.024 billones de dolares, los países desarrollados gastaron 898 billones, mientras que los países en desarrollo se limitaron a 126 billones. Brasil no está fuera de esta situación visto que los recursos destinados a educación son cada vez menores

Por otro lado, es importante destacar el surgimento de un sector informal en las economías del país, resultado tanto de la apertura del mercado, cuanto del proceso de deslocamiento de la fuerza de trabajo del sector formal. Este tipo de economía, se ha constituído en una especie de estrategia de sobrevivencia de las personas despedidas o estimuladas a pedir exoneración por una indemnización de sus empleos y que posteriormente no encuentran espacio ocupacional en el mercado formal de trabajo. Mientras que en los países desarrollados el Estado crió un mecanismo de subsidios para atenuar el problema del desempleo, en Brasil no se identifican instituiciones u organizaciones capaces de asumir esa responsabilidad. En lo que se refiere al desempleo, las exigencias burocráticas acaban desestimulando a las personas a ser inscritas en dichos programas, fuera del hecho de que la realidad brasileña no garantiza de manera efectiva programas sociales como el mencionado.

Esa población en el sector informal, de manera general, mal remunerada y con condiciones precarias de trabajo, es la manifestación más evidente de las deficiéncias del modelo económico actualmente implementado en Brasil, en la medida en que no responde a la realidad y necesidades del país, y mucho menos a los recursos humanos y de capital disponíbles. Si bien es verdad que el génese de la economia informal es anterior al neoliberalismo, el mismo se ha agravado peligrosamente durante su vigencia. El modelo neoliberal, altamente concentrador de renta, ha mostrado su incapacidad en relación a la absorción de mano de obra disponíble. Consecuentemente, deja al margen de los mercados capitalistas de trabajo un contingente significativo de trabajdores, que tienen que recorrer a su creatividad para generar renta, a través de actividades en el comercio, producción de servicios. De esa forma se puede decir que el modelo neoliberal institucionaliza perversamente el desempleo estrutural.

Datos estatísticos oficiales no incluyen este indicador en los diagnósticos de Brasil, induciendo a imágenes distorcionadas y distantes de la realidad. De acuerdo con Goldsmith (1987, p. 475), datos de naturaleza económica son notablemente poco confiables para los países en desarrollo. Estos datos excluyen un sector significativo de la población en nível de subsistencia distorcionando las estimativas de los indicadores de produtividad.

Así cuando los datos son presentados mostrando índices elevados de crecimiento económico, dando una idea que esos países están en proceso de recuperacion económica, en la medida que más recursos estarían disponíbles para inversiones sociales, la realidad es paradójicamente diferente. La atención a la población en áreas prioritarias esta cada vez peor, particularmente en áreas de educación, salud y vivienda.

Cuando el modelo muestra sus vulnerabilidades, el discurso oficial introduce temas que objetivan legitimar sus acciones en el área de políticas públicas. Uno de los términos más utilizados es el de la flexibilidad, sinónimo de alteración de las estrategias económicas para evitar el fracaso total. Solo que en este proceso las condiciones económicas y sociales de la mayoría de la población se deteriora todavía
más. La publicidad pasa a tener un papel fundamental en la institucionalización de ese discurso. Los medios de comunicación al defender ese modelo, presentan como victorias significativas el número de funcionarios públicos despedidos considerados una carga para el Estado, pero al mismo tiempo no muestran el lado que evidencia la falta de profesores y la falta de recursos para invertir en la seguridad y la salud. El "equilíbrio de los presupuestos" son alcanzados a costa de la deterioración de la situación social de la mayoría.

En ese escenario cuales son las actitudes y comportamientos de los ciudadanos en relación al modelo vigente? Es de apoyo total a los sacrifícios que el modelo económico impone una situación de incertidumbre en relación a la durabilidad de ese modelo político?

Un primer hecho a ser notado en el campo político, de corriente del modelo económico es el que se refiere al concepto de democracia el cual es reducido a sus aspectos puramente técnicos. En ese contexto, los procedimientos son considerados superiores a la escencia de la democracia. Las perspectivas Weberiana (1993) e Shumpeteriana (1984), en relación a las reglas de la democracia, prevalecen. La eficacia y transferencia del proceso de representación para el cuerpo de los electos se institucionalizan. El proceso electoral es visto como un mero método de escoger los representantes, que, posteriormente, pasan a practicar el mandato libre. Ese hecho es agravado por no exitir instituiciones políticas que efectivamente medien las demandas de los ciudadanos frente al Estado. El clientelismo, en ese contexto, surge con la misma intensidad de épocas anteriores, siendo trabado el proceso de negociación política en gabinetes isolados de la realidad nacional. El neoliberalismo establece un paradigma que fortalece el individualismo, a través de una práctica política que se justifica en nombre de la mayoría de la población. Estudios realizados en Belo Horizonte en 1965 y 1966, constataron la existencia de un neocoronelismo de tipo urbano en Brasil (Castro, 1994).

La dinámica política de esa forma de hacer la política reproduce trazos tradicionales de la política latino-americana agravadas por el modelo neoliberal. Surgen personalismos que "... en virtud entre otras razones de la debilidad estructural habitual de las instituciones que renacen y que conforman la democracia" (Mendez, 1984, p. 17). Las instituiciones políticas, particularmente los partidos políticos, son relegadas a un segundo plano, en lo que refiere a sus actividades como agregadores de intereses, instrumentos del gobierno y vehículos electorales. La estrategia
neoliberal de dividir y debilitar las fuerzas significativas de la sociedad civil tiene éxito inclusive por el hecho de que, en el caso de los partidos políticos, pasan a prevalecer los intereses de sectores partidarios en detrimento de los propios partidos, llevando a un proceso real siguiendo el declínio de los partidos como unidades de referencia para el comportamiento político o la construcción de identidades coletivas.

Los impactos en el campo de las instituciones también tienen un reflejo en el nível micro-individual, o sea, las actitudes políticas son afectadas por la dinámica del modelo político implementado en una sociedad. En que pese a la existencia de una amplia bibliografia sobre como los condicionantes económicos afectan las actitudes de las personas en el campo político, pocos estudios han sido llevados a cabo sobre como esa relación afecta las percepciones de los ciudadanos en relación a la propia noción de gobierno democrático.

Las investigaciones realizadas para avaluar las actitudes de las personas en relación al sistema político parten de dos perspectivas teórico-analíticas. En primer lugar, estan aquellos que utilizan el enfoque de la cultura política, cuyos presupuestos argumentan que las actitudes son el resultado del proceso de 9compartir valores y significados de los ciudadanos en una sociedad democrática. Patrones culturales de
comportamiento están enraizados a través del proceso de socialización política. (Easton, Dennis, 1969)

Por otro lado, estan aquellos que defienden la perspectiva de la economía política, que proponen el argumento de que actitudes en relación al gobierno en el poder y a las instituiciones políticas originan reacciones en el desempeño de ese gobierno en el área económica. (Lipset, 1960) En tiempos de crisis, el apoyo puede declinar; en épocas de crecimento económico, las actitudes son de apoyo generalizado.

De acuerdo con Clarke, Dutt y Kornberg (1993, p. 1000), estas dos perspectivas no son mutuamente exclusivas, pero se complementan en la formación de las actitudes en las democracias occidentales contemporáneas. Aunque los argumentos presentados se refieran a los países europeos, creemos que la convergencia de esos dos paradigmas son pertinentes para avaluar el proceso de formación de las actitudes en el campo político en Brasil.

Actualmente, no se puede negar que tanto elementos políticos como valores que se enraizan a lo largo de la vida de una persona afectan su percepción sobre el sistema político en el cual el está inserido. La conjugación de esos dos conjuntos de valores puede ser determinante en la efectiva consolidación de una democracia. Esto implica que, en épocas de adversidades económicas y turbulencias sociales, la creencia de los
ciudadanos de que en el futuro de las cosas serán mejores garantiza la durabilidad de la democracia. Puede dicirse que esas predisposiciones actitudinales fueron observadas claramente durante el processo de transición política para la democracia en América Latina a partir de las décadas de 70 e 80. No obstante, afirmar que, presentemente, el proceso de democratización sea irreversíble es temerario. Asistimos a una onda de protestas y marchas que están colocando en cheque la legitimidad política de los gobiernos en América Latina. Obviamente, esos acontecimentos no son recientes ni fruto exclusivo del modelo neoliberal, pero este modelo económico aplicado parece estar generando un campo propício para una reversión actitudinal de los ciudadanos en relación a la própia forma de gobierno.

De que manera el neoliberalismo está influenciando esa reverción de actitudes? En primer lugar, en la medida en que, en el amago del neoliberalismo, está la idea de que solamente el crecimento económico llevará a gobiernos democráticos estables y duraderos lo que reproduce una idea antigua que se ha mostrado frágil a lo largo de la historia de estos países.

Estudios realizados en las últimas dos décadas muestran claramente que el mismo crecimento económico, en índices elevados (4 a 8% al año), no ha conseguido atenuar, y mucho menos evitar, el agravamiento de`las condiciones sociales (Global Assessment, 1994). El recetario neoliberal rechaza la idea del Estado de Bienestar, basado en el princípio del mantenimiento de un Estado fuerte, solamente en la dimensión de quebrar el poder de los sindicatos y la reducción significativa en los gastos sociales. Esos elementos, de acuerdo con la teoría neoliberal, aumenta el desempleo y genera un ejército de reserva, factores fundamentales para institucionalizar una cultura de incerteza en la población, la cual induce a una inseguridad generalizada y la aceptación forzada de las medidas impuestas. La pérdida del poder de negociación de los sindicatos hace que las medidas neoliberales, siendo consideradas impopulares, se mantengan hegemónicas. De esa manera, la existencia de desigualdades sociales no son consideradas por los neoliberales, como elemento desestabilizador, teniendo en cuenta que su existencia está prevista en ese modelo. Es esto lo que se observa actualmente en los países de América Latina, donde la tesis de la Sociedad de Mont Pelerin puede ser observada, inclusive mucho más allá de los parámetros determinados por esa asociación. La tasa de desempleo aumentó, los sindicatos perdieron su fuerza, se institucionalizó una economía informal, consecuentemente aumentó la mano de obra disponible y la concentración de renta.

Si las condiciones previstas por los neoliberales son observadas, no se puede afirmar que ellas conduzcan al surgimiento de sociedades con ciudadanos politizados. La verdad es que en Brasil, no existe una base material que atenue los efectos deleterios de las medidas neoliberales, los ciudadanos pueden ponerse en contra de ese modelo, comprometiendo la consolidación democrática. Se verifica, por ejemplo, que saqueos a los supermercados han aumentado en los últimos años y se han constituído en formas casi convencionales de afirmación de la ciudadanía, como muestra el estudio de Serulnikov (1994) en Argentina. Puede decirse que las clases trabajadoras en Brasil están temporalmente en un estado de inmobilismo, estado que podrá ser revertido en la proporción directa de la deterioración de las condiciones económicas y sociales del país, lo que por su vez, podrá revitalizar los partidos de izquierda, los movimientos sociales y los sindicatos.

En síntesis, no se puede afirmar que exista un proceso en camino que valorize la democracia como valor en si. De esta forma la rigidez y la falta de claridad, por parte de los gobernantes, de las condiciones sociales del país podrá, a largo plazo catalizar el compromiso de los princípios democráticos.

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